Siglo XIX[editar]
Durante este siglo fueron propios el frac, la levita y el pantalón para los caballeros, y la mantilla de seda y las peinetas para las señoras en España.
Una vez finalizada la época napoleónica, desde 1800 hasta 1820, en la que la silueta femenina se mostraba esbelta y con el talle siempre alto, ceñido justo bajo el pecho, dejando el resto de la prenda caer recta sobre el cuerpo; hubo un cambio drástico en el Romanticismo, dando paso al corsé, que daba al talle la forma de un reloj de arena y al miriñaque, que ahuecaba las faldas amplias y que llegó a su apogeo en 1860, causando que las damas no pudieran pasear del brazo de su esposo o prometido. En 1870, fue sustituido por el polisón, que únicamente ahuecaba la falda por detrás y que pasó de moda en 1890, cayendo entonces la prenda hasta el suelo sin armazón alguno, aunque hasta 1900 las faldas fueron un poco acampanadas.
Entre 1820 y 1914, hubo en el vestuario femenino occidental una clara distinción entre vestidos de día, siempre con manga larga, aunque podían ser hasta el codo en verano, y cerrados hasta el cuello; y vestidos de noche, siempre de manga corta y muy escotados.
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